Si eres sobreviviente de abuso sexual, es muy probable que tengas reacciones automáticas que hacen que tus experiencias de contacto físico, intimidad o sexo en el presente se contaminen con sentimientos, pensamientos y sensaciones del pasado.
Esas reacciones que pueden parecernos muy extrañas y hasta irracionales.
Como por ejemplo, reaccionar con miedo o rabia a actos amorosos de tu pareja.
Además de que las reacciones automáticas son incómodas por sí misma, también nos incomoda el que aparezcan “de la nada” y nos agarren por sorpresa.
De un momento a otro sentimos cosas que no queremos sentir, hacemos cosas que no queremos hacer o pensamos cosas que no queremos pensar.
Y eso incomoda porque nos da la sensación de que las reacciones automáticas nos controlan a nosotras.
¿Por qué tenemos estas reacciones?
El abuso sexual, así no haya sido con violencia, es una experiencia traumática.
Por eso, en la mayoría de casos, el recuerdo del abuso sexual es como una imagen cristalizada: como un bloque de recuerdos y no recuerdos por separado.
Nuestro cerebro, identificó el abuso sexual como la amenaza que fue. Durante el abuso, nuestro cerebro prendió las alertas de peligro y eso hizo que nuestro cuerpo haya sido expuesto a muchísimo estrés.
Y cuando estamos en un estado de alerta como ese, nuestra atención se intensifica. Así que, durante el abuso, intensificamos la experiencia al mínimo detalle.
Y todos esos detalles dejan muchísimo por procesar: sensaciones, sentimientos y pensamientos. Como no pudimos asimilar todos esos detalles, nuestro cerebro decidió agrupar todos los aspectos del abuso.
A eso me refiero con «imagen cristalizada». Es como si el lugar, las actividades, las personas presentes, los sentimientos… todo… se fusionara.
Toda la energía de las emociones no expresadas causadas por el abuso, se congelaron en alguna parte de nosotras y van buscando fugas de escape en nuestro presente.
Y estas fugas de escape suelen dispararse ante cualquier pedacito de esta imagen cristalizada que encontramos en nuestro presente.
Esos pedacitos de imagen cristalizada se llaman gatilladores y generan una reacción automática en nosotras, haciendo que nuestras experiencias de contacto, intimidad o sexo en el presente se contaminan con sentimientos, pensamientos y sensaciones del pasado.
Cualquier gatillador (pedacito de imagen cristalizada), nos recuerda consciente o inconscientemente el abuso sexual. Y eso genera una reacción (automática) en nosotras.
Tipo de reacciones automáticas
Las reacciones automáticas pueden ser de tres tipos.
Respuestas emocionales: sentimientos negativos ante el contacto físico, la intimidad o actividades sexuales. Los más comunes son el miedo y la rabia.
Sensaciones físicas: sensaciones en el cuerpo que suelen ser incómodas para las sobrevivientes y en muchos casos dificultan la capacidad de sentir placer.
Pensamientos intrusivos: pensamientos desagradables como flashbacks del abuso, fantasías abusivas, o pensamientos negativos sobre ti misma o tu pareja.
Y qué cosas pueden convertirse en gatilladores?
Desgraciadamente, un gatillador puede ser cualquier cosa. Cualquier cosa de tu presente que te haga acordar (consciente o inconscientemente) al abuso sexual del pasado.
Podría ser un objeto, una imagen, un tipo de contacto físico, un movimiento, algún tipo específico de actividad sexual, una posición, un olor, un sonido, un entorno, una sensación, una palabra o frase, una característica física o incluso un sentimiento.
Hay gatilladores que son difíciles de identificar porque pareciera que no tienen nada que ver ni con sexo, ni con contacto físico, ni con intimidad.
Lo que sí tienen en común todo los gatilladores es que resultan molestos porque interrumpen experiencias que deberían ser placenteras.
Así que nuestro cerebro comienza a ver a esos gatilladores como una amenaza. Y lo más probable es que los evite (consciente o inconscientemente).
El problema de evitar gatilladores es que muchos de ellos son parte del sexo y de la intimidad. Por eso, en vez de evitarlos, deberíamos enseñarle a nuestro cerebro que no son amenazas.
Siguiente paso: aprender a reconocerlos y a lidiar con ellos
Lo primero que tienes que hacer es entender que las reacciones automáticas no son tu culpa! Son reacciones normales: tu cerebro sabe que sufriste en el pasado y no quiere que vuelvas a sufrir.
Para retomar la sensación de control, necesitas identificar tus reacciones automáticas y gatilladores, entenderlos y aprender a lidiar con ellos.
Aunque este proceso pueda ser incómodo, el resultado es de satisfacción. Dominar un gatillador se siente realmente bien: es una forma de recuperar nuestro poder y control.
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