El abuso sexual y nuestro autoconcepto

El abuso sexual siempre influye en distintos aspectos de nuestra identidad y autoconcepto. 

Obviamente esto varía de persona a persona: el daño que genera el abuso en una persona que tenía un autoconcepto positivo antes del abuso va a ser muy distinto del daño en una persona que tenía un autoconcepto negativo.

El autoconcepto es la opinión que tenemos sobre nosotras mismas. Pero tener una opinión sobre algo, no necesariamente significa que esa opinión refleje la realidad.

Por distintas razones (no solo por el abuso), podemos haber desarrollado un autoconcepto negativo que no tiene nada que ver ni con la realidad ni con lo que las demás personas opinan de nosotras.

Metáfora del jardín

Emily Nagoski (educadora sexual) tiene una metáfora que a mí me encanta: la sexualidad es como un jardín.

Tu cuerpo, incluidos tus genitales, vendría a ser el suelo de ese jardín. Tú no lo elegiste; simplemente te tocó. Y tampoco elegiste lo que plantaron en tu jardín ni la forma en la que los demás cuidaron de él jardín hasta que ya eras lo suficientemente responsable para cuidarlo sola.

Una vez que comienzas a cuidar tú misma de tu jardín, podrías reconocer que tu familia y tu sociedad han plantado cosas lindas. Pero también podrías encontrarte con plantas muy tóxicas y no saludables. O podrías darte cuenta de que no te enseñaron bien a cuidar ese jardín.

Y todos los jardines, incluso los jardines donde solo se plantaron cosas tienen que lidiar con hierbas malas invasivas de una sociedad negativa sexualmente.

Porque, por más que no compartamos las creencias sociales sobre el sexo y la sexualidad, la realidad es que la sociedad siempre tiene alguna influencia en nosotras.

Los seres humanos somos seres culturales y seres sociales.

No podemos deslindarnos de nuestro contexto social así queramos.

 No podemos perder de vista que nuestra visión del sexo (queramos o no) está influenciada por fuerzas sociales e históricas, por nuestra herencia cultural, por creencias religiosas (así seas atea, el catolicismo predomina en América Latina), y también por tu familia y tu círculo de amigos.

Y desgraciadamente, la mayoría de sociedades hispanohablantes son machistas, homofóbicas y opresoras.

Creencias negativas de mí misma

La mayoría de veces el abuso sexual nos impone la opinión que tenemos sobre nosotras mismas. Es como si distorsionara nuestro autoconcepto.

Cuando pienses en tu autoconcepto, imagínate un espejo muy sucio. Tú has estado viendo tu propia imagen a través de ese espejo. No es tu imagen real: es un reflejo sucio y distorsionado de la realidad. Pero desgraciadamente es el único espejo que tienes.

“Soy una mala persona”

Sentirse una persona mala cumple un propósito: es más fácil sentirse mala que sentirse vulnerable, impotente y traicionada.

Al sentirte mala creas la falsa ilusión de que tuviste algún tipo de control sobre el abuso sexual y la realidad es que el abuso siempre estuvo fuera de tu control.

Desgraciadamente, este falso concepto de maldad muchas veces ya había sido inculcado por la sociedad y/o la familia.

Durante nuestra niñez somos sexualmente curiosas. Y no me refiero a curiosidad por las actividades sexuales: cuando somos niñas queremos conocer nuestros propios genitales, aprender sobre los genitales de otras personas y saber cómo vienen los bebés al mundo.

Pero en muchísimos casos esa curiosidad sexual es reprimida y condenada por la familia y/o la sociedad.

El problema de condenar esta curiosidad es que se está condenando una parte natural y saludable de los seres humanos. Una parte que así te digan que “está mal” igual la tienes. Y si durante el abuso te sentías sexualmente curiosa (algo muy probable si sufriste abuso sexual infantil), puede que una parte de ti sienta que fue esa “maldad” la que provocó el abuso. Como si el abuso hubiera sido un castigo por sentir curiosidad sexual.

La curiosidad sexual de las niñas y niños no tiene nada que ver con el abuso. Son los abusadores los que abusan de esta curiosidad.

“Siento vergüenza de mí misma” o “Estoy rota por dentro”

La vergüenza es una emoción que surge cuando hacemos algo que sabemos o que creemos que “está mal”. La mayoría de veces, un abuso sexual es una experiencia traumática. Cuando no procesamos una experiencia traumática (porque no tenemos las herramientas para hacerlo), nuestro cerebro encuentra distintas formas de defenderse.

Estas defensas son procesos automáticos e inconscientes. Todo el mundo tiene este tipo de procesos porque es saludable tenerlos. Como su nombre indica: nos defienden y nos ayudan a sobrevivir situaciones que en ese momento nos resultan intolerables.

Muchas de esas defensas pueden resultar en comportamientos que a ti te parecían de personas “malas”.

Hacerle daño intencionalmente a otras personas, puede ser un intento de tu cerebro de volver a sentir las emociones que no pudiste procesar, por ejemplo.

Los comportamientos delictivos, aunque no perjudiquen a nadie, son una forma de sentir poder.

Mentir también es una forma muy común de defendernos y no solo inconscientemente. En algún momento determinado, quizás mentir se convirtió en una estrategia para evitar que abusen de ti nuevamente.

Los comportamientos autodestructivos, por más extraño que suene, también son una forma de protegernos. Los desórdenes alimenticios y otros tipos de adicciones (alcohol, drogas, medicamentos, etc.) son una forma de reprimir todas las emociones que no podemos manejar

Si te has “portado mal” es importante que entiendas que eso fue una consecuencia del abuso. No es un reflejo de tu naturaleza, ni parte de tu identidad. Portarse mal es una respuesta: un intento de borrar el dolor causado por el abuso.

Seguro también te interesa: ¿Por qué nos sentimos culpables después de sufrir abuso sexual?

“Mi cuerpo es detestable”

Además de que a nuestra sociedad con sus estándares de belleza ridículos le encanta enseñarnos a odiar nuestro cuerpo, muchas sobrevivientes odian su cuerpo porque fue el territorio donde sucedió el abuso.

Así no haya habido contacto físico, fue nuestro cuerpo el que fue usado –  el que fue abusado – para satisfacer a otra persona.

Por eso, muchas sobrevivientes inconscientemente le echan la culpa a su cuerpo del abuso: “fue mi cuerpo atractivo el que atrajo el abuso”, “fue mi cuerpo pecador el que incitó al abusador” o “fue mi cuerpo vulnerable el que permitió que el abuso suceda”.

Pero ni tu cuerpo ni tu, tuvieron ningún control sobre el abuso.

Si todavía piensas que tuviste algún tipo de responsabilidad sobre el abuso, por favor lee esta publicación.

“Soy un objeto sexual”

Muchas veces, el abuso sexual nos roba todo sentido de identidad porque durante el abuso ni nuestros sentimientos, ni necesidades, ni derechos importan.

Esto es peor en los casos en los que el abusador es alguien importante para la víctima. Si alguien importante para ti ignora tus sentimientos, necesidades y derechos, lo más probable es que tú también aprendas a ignorarlos.

Durante el abuso sexual, el abusador usa a la víctima como un objeto sexual. Los abusadores no tienen ningún respeto por la humanidad de las víctimas. Y el único rol que tienen las víctimas para ellos es satisfacerlos sexualmente.

Pero la objetivación sexual fue algo que viviste durante el abuso; no forma parte de tu identidad.

Que te hayan tratado como un objeto sexual, no significa que lo seas.

Identidad sexual impuesta por el abuso

Y así como el abuso sexual puede tener un impacto en nuestro autoconcepto, también puede tener un impacto en nuestra identidad sexual. En la relación que tenemos con nuestro género y/o con nuestra orientación sexual.

La identidad sexual está conformada por nuestra identidad de género (percepción subjetiva sobre nuestro propio género; no tiene que coincidir con nuestros genitales), orientación sexual (hacia qué género(s) nos sentimos atraídas) y nuestro rol de género (lo que la sociedad espera de nuestro género).

“Abusaron de mí porque soy mujer (u hombre)”

Algunas sobrevivientes terminan odiando su feminidad o masculinidad por culpa del abuso.

Esto es más común cuando el abuso sucede durante la adolescencia: muchas veces la sobreviviente suele asociar el desarrollo de su propio cuerpo como el culpable del abuso.

La lógica va así: cuando era niña no pasaba nada, con la adolescencia mi cuerpo comenzó a cambiar y fue ahí cuando el abuso sucedió. Por ende, el culpable del abuso fue el convertirme en mujer (u hombre).

Si crees (así sea inconscientemente) que tu género tuvo la culpa del abuso es normal que no te sientas cómoda con él o que incluso lo rechaces. 

Muchas sobrevivientes terminan odiando su feminidad o masculinidad por culpa del abuso y por lo tanto, terminan eliminando cualidades que asocian con un determinado género. Un ejemplo de esto podría ser hablar con la voz más grave porque se considera que las mujeres hablan con voz aguda; o quizás caminar o vestirse de una manera asociada con lo masculino.

Por otro lado, algunos tipos de abuso sexual pueden ser un ataque directo a la identidad sexual: la víctima puede haber sido forzada a representar algún rol que contradecía lo que ella creía que hacía su género. 

La consecuencia de esto suele ser sentirse diferente a las demás personas del mismo género: no sentirse tan femenina como las demás mujeres (o tan masculino como los demás hombres). 

En esos casos es muy común querer compensar esa falta de feminidad o masculinidad con cualidades asociadas al género. Por ejemplo, transmitiendo esta imagen estereotipada de mujer débil, frágil o delicada; o en el caso de los hombres puede ser trasmitiendo la imagen estereotipada de machito agresivo.

Si rechazas tu género o te sientes diferente a las demás personas de tu mismo género por culpa del abuso, es importante que recuerdes que el abuso sexual se comete contra hombres y mujeres y que los abusadores pueden ser hombres o mujeres. 

El abuso sexual no tiene nada que ver con el género.

El género es un constructo social: no tiene características innatas. La dominación y la sumisión, que son las dinámicas que reflejan el abuso sexual, no son cualidades de ningún género. 

“Soy inferior a las demás personas por mi pasado sexual”

Aunque suene increíble en pleno siglo 21, como sociedad seguimos teniendo dos ideas sexistas muy arraigadas: las mujeres que tienen sexo valen menos; y los hombres valen menos si no quieren tener sexo

Para empezar, sufrir abuso sexual no es sinónimo de tener sexo. Y así fueran sinónimos, igual estas ideas están completamente equivocadas.

La idea de que las mujeres valemos menos si hemos tenido sexo, viene de una sociedad que nos veía como propiedades. 

Por otro lado, no podemos seguir reduciendo la sexualidad de los hombres a la idea de que “los hombres solo quieren sexo”. Los hombres no tienen por qué querer sexo todo el día. 

Es importante que siempre recuerdes que nada de lo que haces o no haces sexualmente determina tu valor como ser humano (ni como mujer, ni como hombre). 

Mucho menos lo que te hicieron sin tu consentimiento.

Sobre la orientación sexual

La orientación es diversa y fluida. Hay miles de estudios que demuestran que la orientación sexual no es o blanco o negro; hay muchísimos tonos de grises y de todos los colores. 

En otras palabras: muy poca gente es completamente heterosexual o completamente gay.

Dicho esto, aunque el abuso sexual no causa ninguna orientación sexual en particular, sí puede hacer tenido algún tipo de influencia. 

En algunos casos, la sobreviviente termina cambiando de orientación sexual, ya sea para adoptar el rol al que fue expuesta durante el abuso o para rechazarlo.

Muchas veces, el abuso sexual es la primera exposición a los roles sexuales de la víctima. Así que puede pasar que, a causa del abuso, la sobreviviente termine adoptando la orientación sexual del rol al que fue expuesta. Esto es más común cuando hubo algún tipo de respuesta genital durante el abuso. Como nadie nos enseña que respuesta genital y excitación no son sinónimos, tener una respuesta genital durante el abuso, con una persona de un género que en teoría no nos atrae, nos puede generar mucha confusión.

Por otro lado, lo más común es que se rechace la orientación sexual debido a una fuerte asociación entre un género específico y el abuso. Por ejemplo, si una mujer heterosexual, abusada por un hombre, asocia “hombres” con “abuso”, es probable que los cuerpos masculinos le disgusten y le generen rechazo. La misma situación podría darse para hombres homosexuales que fueron abusados por otro hombre: podrían rechazar su homosexualidad.

Desgraciadamente, aunque estemos en el siglo 21, hablar de orientación sexual sigue siendo un tema complejo para algunas personas.

En un mundo ideal, sin prejuicios, ni siquiera tendría que hacer esta aclaración, pero no vivimos en un mundo ideal, así que acá va: TODAS LAS ORIENTACIONES SEXUALES SON VÁLIDAS.

Descubrir que antes del abuso tenías una orientación distinta a la de ahora, no significa que tengas que regresar a ella. Tu orientación sexual no es una herida por sanar.

Lo importante es que tú desarrolles un concepto saludable sobre tu propia orientación sexual.

Cómo aceptarme tal y como soy

Aceptar nuestras imperfecciones y valorar nuestras fortalezas es clave para mejorar nuestra autoconfianza, autoimagen y autoconcepto.

Es fácil decir que todos tenemos defectos y virtudes; que somos perfectamente imperfectas. Pero la realidad es que, si los problemas de autoconcepto están relacionados al abuso sexual, para poder aceptarnos tal y como somos necesitamos sanar las heridas que el abuso dejó en nosotras.

Esto es un proceso que toma tiempo, pero es necesario para mejorar nuestra autoestima y amor propio.

Afirmaciones positivas para mejorar tu autoconcepto

Comentarios

8 respuestas a «El abuso sexual y nuestro autoconcepto»

  1. Susana Amaya

    Infinitas gracias

    1. Gracias a ti Susana por leer lo que escribo 🧡

  2. Gabriela

    La información que nos brindan es realmente sanadora. Gracias por tanto!

    1. Gracias por leerme 🧡

    2. Saud

      Me volví una persona dura, fría, quise cubrir con intelecto, rabia, mal trato a otros mi persona, para que nadie volviera a lastimarme, todo eso me llevó a ser iracundo pero es un tema que hoy estoy tratando por diferentes medios.

      1. Gracias por compartirlo. Y qué bueno que seas consciente de todo eso y que lo estés trabajando 🙂 Felicitaciones! Sé que no es fácil.

  3. Jacquelyn

    Gracias por tu contenido!! el abuso deja muchas secuelas negativas… cuales puede ser las positivas?. por muchos años me he sentido como un objeto y no me gusta sentirme utilizada. También he buscado en el sexo el afecto.

    1. Hola Jacquelyn, gracias a ti por leerme y por comentar! Nunca había reflexionado sobre si el abuso deja consecuencias positivas o no. Ahora que me lo pregunto, quizás podrían ser la resiliencia, la fuerza y la valentía 🙂 Te mando un fuerte abrazo (fuerte como nosotras)!

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